viernes, 11 de febrero de 2011

LOS INCAS AJEDRECISTAS


I.
ATAHUALPA
(Al  doctor Evaristo P. Duclos, insigne ajedrecista.)

Los moros que durante siete siglos dominaron en España, introdujeron en el país conquistado la afición al juego de ajedrez.   Terminada la expulsión de los invasores por la católica reina doña Isabel, era de presumirse que con ellos desaparecerían también todos sus hábitos y distracciones; pero lejos de eso, entre los heroicos capitanes que en Granada aniquilaron el último baluarte del islamismo, había echado hondas raíces el gusto por el tablero de las sesenta y cuatro casillas o escaques, como en heráldica se llaman.

Pronto dejó de ser el ajedrez el juego favorito y exclusivo de los hombres de guerra pues cundió entre las gentes de Iglesia: abades, obispos, canónigo y frailes de campanillas.   Así, cuando el descubrimiento y conquista de América fueron realidad gloriosa para España, llegó a ser como patente o pasaporte de cultura social para todo el que al Nuevo Mundo venía investido con cargo de importancia el verle mover piezas en el tablero.

El primer libro que sobre ajedrez se imprimiera en España apareció en el primer cuarto del siglo posterior a la conquista del Perú con el título Invención literal y arte de axedrez, por Ruy López de Segovia, clérigo, vecino de la villa de Zafra, y se imprimió en Alcalá de Henares en 1561.      Ruy López, es considerado como fundador de teorías, y a poco de su aparición se tradujo el opúsculo al francés y al italiano.

El librito abundó en Lima hasta 1845, poco más o menos, en que aparecieron ejemplares del Philidor, y era de obligada consulta allá en los días lejanísimos de mi pubertad, así como el Cecinarrica para los jugadores de damas.   Hoy no se encuentra en Lima, ni por un ojo de la cara, ejemplar de ninguno de los dos viejísimos textos.

Que muchos de los capitanes que acompañaron a Pizarro en la conquista, así como los gobernadores Vaca de Castro y La Gasca, y los primeros virreyes Núñez de Vela, marqués de Cañete y conde de Nieva, distrajeran sus ocios en las peripecias de una partida, no es cosa que llame la atención desde que el primer arzobispo de Lima fue vicioso en el juego de ajedrez, que hasta llegó a comprometer, por no resistirse a tributarle culto, el prestigio de las armas reales.    Según Jiménez de la Espada, cuando la audiencia encomendó a uno de sus oidores y al arzobispo don fray Jerónimo de Loaiza la dirección de la campaña contra el caudillo revolucionario Hernández Girón, la musa popular del campamento realista zahirió la pachorra del hombre de toga y la afición del mitrado al ajedrez con este cantarcillo, pobre en rima, pero rico en verdades:

                        El uno jugar y el otro dormir,
                        ¡ oh que gentil!
                        No comer ni apercibir,
                        ¡ oh que gentil!
                        Uno ronca y otro juega …
                        ¡ y así va la brega!

Los soldados entregados a la inercia en el campamento y desatendidos en la provisión de víveres, principiaban ya a desmoralizarse, y acaso el éxito habría favorecido a los rebeldes si la Audiencia no hubiera tomado el acuerdo de separar al oidor marmota y al arzobispo ajedrecista.

(Nótese que he subrayado la palabra ajedrecista, porque el vocablo, por mucho que sea de uso general, no se encuentra en el Diccionario de la Academia, como tampoco existe en él el de ajedrista, que he leído en un libro del egregio don Juan Valera.)

Se sabe, por tradición, que los capitanes  Hernández de Soto, Juan de Rada, Francisco de Chaves, Blas de Atienza y el tesorero Riquelme se congregaban todas las tardes, en Cajamarca, en el departamento que sirvió de prisión al Inca Atahualpa desde el día 15 de noviembre de 1532, en que se efectuó la captura del monarca, hasta la antevíspera de su injustificable sacrificio, realizado el 29 de agosto de 1533.

Allí, para los cinco nombrados y tres o cuatro más que no se mencionan en sucintos y curiosos apuntes (que la vista tuvimos, consignados en rancio manuscrito que existió en la antigua Biblioteca Nacional), funcionaban dos tableros, toscamente pintados, sobre la respectiva mesita de madera.       Las piezas eran hechas del mismo barro que empleaban los indígenas para la fabricación  de idolillos y demás objetos de alfarería aborigen, que hogaño se extraen de las huacas.      Hasta los primeros años de la república no se conocieron en el Perú atrás piezas que las de marfil, que remitían para la venta los comerciantes filipinos.

Honda preocupación abrumaría el espíritu  del inca en los dos o tres primeros meses de su cautiverio, pues aunque todas las tardes tomaba asiento junto a Hernando de Soto, su amigo y amparador, no daba señales de haberse dado cuenta de la manera como actuaban las piezas ni de los lances y accidentes del juego. Pero una tarde, en las jugadas finales de una partida empeñada entre Soto y Riquelme, hizo ademán Hernando de movilizar el caballo, y el Inca, tocándole  ligeramente en el brazo, le dijo en voz baja:

-No, capitán, no... ¡ El castillo!

La sorpresa fue general. Hernando, después de breves segundos de meditación, puso en juego la torre, como le aconsejara Atahualpa, y pocas jugadas después sufría Riquelme inevitable mate.

Después de aquella tarde, y cediéndole siempre las piezas blancas en muestra de respetuosa cortesía, el capitán  don Hernando de Soto invitaba al Inca a jugar una sola partida, y al cabo de un par de meses el discípulo era ya digno del maestro. Jugaba de igual a igual.

Comentábase, en los apuntes a que me he referido, que los otros ajedrecistas españoles, con excepción de Riquelme, invitaron también al Inca; pero éste se excusó siempre de aceptar, diciéndoles por medio del intérprete de Felipillo:

-Yo juego muy poquito y vuesa merced juega mucho.

La tradición popular asegura que el Inca no habría sido condenado  a muerte si hubiera  permanecido ignorante en el ajedrez.             Dice el pueblo que Atahualpa pagó con la vida el mate que por su consejo sufriera Riquelme en memorable tarde.      En el famoso consejos de veinticuatro jueces, consejo convocado por Pizarro, se impuso a Atahualpa la pena de muerte por trece votos contra once.   Riquelme  fue uno de los trece que suscribieron  la sentencia.”
    
Tomado de: Palma, Ricardo; “Tradiciones peruanas completas”- Pág. 12-13

martes, 8 de febrero de 2011

CASAS DE CAFE-AJEDREZ

Cuenta la leyenda que el café, esa deliciosa y exótica bebida, llegó a la capital austriaca durante el cerco turco que mantuvo sitiada la ciudad todo el verano de 1683.    Un espía polaco robó a los turcos unos sacos con granos de café, confundidos al principio con forraje para camellos. Unos años más tarde, un inmigrante armenio llamado Johan Diobato obtuvo el derecho imperial para preparar bajo la forma de café el brebaje turco. A partir de entonces muchos cafés abrieron sus puertas en toda la ciudad.  El café vienés cumple diversas funciones, aquí se puede leer la prensa, comer algún bocadillo o tentempié y dependiendo de las instalaciones jugar una partida de bridge, ajedrez o billar.
El Café de la Regence, tal vez sea la Casa de Café ajedrez más famosa en el mundo,   abiertos al público por primera vez en el año de 1670 en Paris cuando varios jugadores se mudaron aquí del Café Procope y fue frecuentado por Voltaire, Robespierre y Napoleón.    Ignazio Calvi, (1792-1872), famoso jugador de la época, dio clases de Ajedrez tradicional aquí ganando 40,000 Francos durante un periodo de cuatro años.
Las Casas de Café fueron lugares de reuniones muy populares de jugadores de Ajedrez en los Siglos XVIII y XIX y aún hoy en día es posible jugar partidas de Ajedrez en el Café Mozart de Hampstead con arreglos al estilo de la antigua Viena. 
La Sra. Edith C. Price de las "Salas de Ajedrez Gambito" tenía el siguiente anuncio a la vista en su propiedad:
“Las salas de Ajedrez Gambito están abiertas a los jugadores de Ajedrez para el deleite de juegos sociales.  Los visitantes usualmente pueden obtener un oponente al aplicar en el mostrador para una introducción.  Jugar partidas por dinero no es muy recomendado y la administración condena fuertemente este principio.  Cuando un visitante es molestado y provocado por extraños para apostar por dinero, se recomienda reportarlo a la Dirección."
Otros clubes en Londres del pasado incluyen: 01 Slaughter's. 02 Parsloe's. 03 White's Choclate House. 04 Tom's. 05 Salopian. 06 Huttman's Garrick Chess Divan. 07 Gatti's. 08 Cafe Caro. 09 Kilpack's Divan. 10 Starie's Philidorian Chess Rooms. 11 Purssell's. 12 Gliddon's Divan. 13 Gambit Chess Rooms (Budge Row). 14 Dr Butler's Head. 
Otros paises:  01 Amsterdam: Roode Leeuw. 02 Berlin: Bauer, Belvedere, Konig. 03 Ginebra: Café de la Couronne. 04 Madrid: Café du Levant. 05 Leipzig: Hanisch. 06 Nueva York: International. 07 Roma: Palazzo de' Cinque. 08 Viena: Rabel, Central. 09 Riga: Reuter